No usar la marca Credit Suisse en España le puede costar a UBS una penalización de 200 millones
El anuncio de UBS de que suprimirá la histórica marca Credit Suisse a partir de 2025 tumba la maniobra de su filial española para tratar de esquivar la indemnización cercana a 200 millones que debe pagar a Singular Bank, la entidad que dirige el ex consejero delegado del Banco Santander, Javier Marín. Esta maniobra consistía en dejar operativa la marca Credit Suisse y su personalidad jurídica en España para diferenciar su negocio del de UBS.
Como adelantó OKDIARIO, Marín pretende demandar a UBS por incumplir el pacto de no competencia firmado con Singular Bank tras la adquisición por este último del negocio de banca privada (gestión de altos patrimonios) hace un año.
UBS vendió a Singular el negocio de grandes fortunas en España el año pasado, por un precio que rondó los 200 millones. Como es habitual en estas transacciones, Marín impuso a UBS un período de no competencia de tres años, como también adelantó OKDIARIO. Pero UBS se quedó esta primavera con Credit Suisse por 3.000 millones para evitar la quiebra del segundo banco suizo. Y esa adquisición comprende todos los activos de Credit Suisse en el mundo, incluyendo su unidad de banca privada en España, lo cual implica que UBS vuelve a estar en el negocio que vendió a Singular y se activa esta cláusula de non-compete.
Para tratar de esquivar ese pago, UBS comunicó a sus clientes en junio el mantenimiento de la marca Credit Suisse, y reforzó su apuesta por mantener el negocio con el nombramiento de Alejandro Vélez como responsable de la integración.
Sin embargo, el propio Marín anunció que eso no le eximía de cumplir la cláusula y le dio un ultimátum para que vendiera la banca privada adquirida o le indemnizase antes de septiembre. «Lo de la marca es lo de menos, lo importante es que UBS es el dueño al 100% de Credit Suisse y está compitiendo, sin duda alguna, con Singular», opina un alto directivo del sector.
Lío en Suiza
La decisión de suprimir la marca en 2025, anunciada este jueves, se toma pensando básicamente en el negocio en Suiza. Las dos entidades «operarán de forma separada hasta su integración legal en 2024», y «la marca Credit Suisse y sus operaciones seguirán hasta que se complete la migración gradual de clientes al sistema de UBS, algo que esperamos finalizar en 2025», según el consejero delegado de UBS, Sergio Ermotti. A su juicio, es «la mejor solución para la compañía, para nuestros accionistas y para la economía suiza».
Para tener las manos libres para adoptar esta decisión, Ermotti renunció a las garantías ofrecidas por el Estado suizo para la fusión. Esta medida ha provocado bastante rechazo en el país y en su clase política. Además, el banco despedirá a unas 3.000 personas a consecuencia de la fusión, algo que va a tener mucha presencia en la campaña de las elecciones federales de octubre.
Tras la decisión de suprimir la marca Credit Suisse, a la filial española de UBS sólo tiene dos opciones: o abonar la indemnización a Singular o vender la unidad de banca privada. Algo que ya intentó el año pasado sin éxito, a pesar de tener numerosos interesados. La razón fue la fuga de banqueros hacia otras entidades, que aprovecharon para pescar en Credit Suisse aprovechando la incertidumbre sobre su futuro. Los banqueros son el principal activo de este negocio: cuando fichan por otra firma, se llevan su cartera de clientes con su patrimonio.
El pago de la cláusula se ha complicado, además, por la multa de más de 1.400 millones impuesta a UBS en Estados Unidos. No parece mucho comparado con el beneficio de 26.000 millones en el segundo trimestre, pero hay que tener que el grueso del mismo obedece a un concepto contable (badwill, fondo de comercio negativo) derivado de la adquisición de Credit Suisse a precio de derribo, pero no a ingresos reales del negocio.
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